CREANDO ANDO

domingo, 22 de octubre de 2017

El baúl

Estaba en mi cuarto, sin nada importante que hacer. Mi mamá me aconsejó que ocupara mi tiempo en algo, así que me mandó a limpiar el ático, a desempolvar los objetos que se encontraban casi ya olvidados.
Entre las lámparas, libros, adornos navideños, zapatos viejos, una computadora malograda y demás cosas, me encontré con un baúl bastante curioso. Todo en ese lugar me era familiar, menos, ese baúl. Traté de abrirlo, pero era necesaria una llave. Rápidamente empecé a buscarla. La curiosidad me tenía aturdido, quería saber qué contenía aquel objeto misterioso.

Pasé media hora buscando la llave, pero mi búsqueda fue en vano. No había rastro de nada parecido a una llave de baúl. Finalmente, rendido, recosté mi cabeza en la tapa del objeto cerrado y pude visualizar unas letras bastante legibles y cubiertas con polvo. Al soplar sobre ellas pude ver claramente, empecé a recitar el escrito y de repente el baúl empezó a brillar por dentro. Me hizo recordar la escena de una película en la que un físico-químico utilizó unas sustancias para hacer estallar un metal muy duro. La diferencia de este brillo es que era más místico que científico. Al abrirlo había un… ¿cortaúñas?

– César, despierta ya, ¡el colegio!

Era mi hermano llamándome. Eran las 6:46 am y se me hacía tarde para ir al colegio.

Antes de salir de casa me pregunté: ¿Qué significará ese sueño?

Pensé también en el baúl y me dije: -Tal vez es la colección de la que siempre presume mi prima cuando viene a casa. Un set completo de objetos para arreglar uñas de pies, de manos, cortaúñas de todo  tamaño. Justo ayer me estuvo hablando hasta el cansancio de la importancia de ellos: que es importante cortarse las uñas, que es necesario tener un cortaúñas para la mano y otro para el pie para que no se transmita el mal olor, hongos, cosas así.

Imagino que me quedé con eso, tanto que hasta lo soñé. Lo que más me intrigó de ese sueño fue aquel baúl. Subí al ático, no había tal objeto. Después de todo, había sido un sueño; pero, de alguna manera lo sentí muy real. Lo único que sí fue cierto es que volviendo de clases tuve que limpiar el ático.


Shantall Alexandra Armas Véliz
3° “C”


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