CREANDO ANDO

viernes, 2 de octubre de 2015

La espada de la inmortalidad


En tiempos antiguos existía un reino llamado Elftheim que se erguía sobre una gran montaña. Ahí vivía Eolan, un joven bondadoso que era hijo del rey, el cual buscaba la inmortalidad haciendo todo lo posible para encontrarla; ya que estaba a punto de morir. Mandaba a sus soldados a arrasar con ciudades enteras buscando la forma de vivir para siempre. De pronto, un día el rey se despertó y al costado de su cama se encontraba un hombre alto y robusto, el cual le dijo que debía de buscar en el reino de Valdren una espada que al empuñarla le daría vida eterna. Después de decirle esto, el rey escribió en una hoja lo que tenía que hacer para poder llegar a Valdren y, antes de suspirar por última vez, llamo a su hijo. 

Al ingresar el príncipe a la habitación y ver a su padre muerto, juró que encontraría la espada y salió camino a Valdren. Al llegar preguntó por la espada a un guardia, el cual lo arrestó y lo llevó ante el rey. Este le preguntó para qué quería la espada, a lo cual Eolan le contestó que buscaba la espada para poder conquistar al mundo y llevar a Elftheim a la gloria. El rey muy enojado ordenó que lo ejecutaran en la plaza de la ciudad. 

Cuando lo transportaban hacia la plaza, una extraña mujer atacó la caravana, lo salvó y lo condujo a un lugar seguro, pero en el trayecto Eolan se desmayó, y al despertar se encontró con una bella figura que empuñaba una deslumbrante espada de la cual emanaba fuego. La mujer dijo que se llamaba Jade y que era hija del rey. Eolan le preguntó si conocía acerca de la espada de la inmortalidad y ella le respondió diciéndole que efectivamente conocía la espada y que era la que ella poseía en ese momento. 

Eolan le preguntó si él podía tener esa espada, pero Jade se negó y le dijo que solo los corazones puros y justos podían empuñar un arma tan poderosa sin adquirir la maldición, la cual consistía en que el portador se convertía en un demonio muy poderoso cegado por la ira y que una vez muerta su víctima viviría atormentado por la culpa. 

Después de cenar, los dos se acostaron, pero Eolan no pudo dormir pensando en la muerte de su padre y en ese momento recordó la promesa que hizo. Tomó la espada y escapó con ella. 

A la mañana siguiente Jade se despertó y se dio cuenta de que la espada no estaba y Eolan había desaparecido, lo buscó por todo el reino pero no lo encontró. Eolan ya muy lejos de ahí, en una taberna cerca de su reino, le pidió al cantinero una cerveza; pero él le dijo que se le había acabado. Así que Eolan muy molesto salió y vio que una gran columna de humo negro se alzaba por encima de todo. Corrió hacia una colina cercana y vio que Elftheim estaba envuelto en llamas y había gente escapando del lugar. Corrió hacia la entrada del reino y le preguntó a un hombre qué fue lo que sucedió y este le dijo que el rey de Valdren al enterarse del robo de la espada mandó a sus soldados a buscarla al reino de Elftheim, pero al no encontrarla destruyeron todo a su paso. 

Eolan entró a Elftheim y al acercarse al cementerio real vio que los soldados habían profanado la tumba de su padre, buscó el cuerpo por el reino y lo encontró colgado de un árbol y con varias flechas en su cuerpo ya que lo utilizaron de tiro al blanco. Eolan lleno de ira buscaba venganza por la ofensa cometida así que empuño el arma y se convirtió en una figura maligna con cuernos y alas envuelto en una armadura negra como la noche que solo quería matar. Luego de asesinar a los soldados del ejército del rey de Valdren se dirigió hacia ahí para matar al rey, pero en el camino se encontró con Jade la cual le dijo que ella fue la que le comunicó al rey sobre la desaparición de la espada, 

Eolan cegado por la furia la culpó de la destrucción de Elftheim y la mató. Al llegar a Valdren fue en busca del rey a su palacio. Sus guardias al verlo quisieron escapar de la furia asesina del príncipe demonio, pero no pudieron huir de él y Eolan sin compasión los asesinó y los colgó de las ramas de un árbol como lo hicieron con su padre. 

Al llegar a las puertas del palacio las derribó de un solo golpe y vio que el rey se encontraba solo sentado en el trono con su espada y su escudo, los cuales no le sirvieron de nada para frenar la sed de venganza de Eolan, el cual al vencerlo lo condujo a la plaza y en medio del tumulto lo decapitó en el mismo lugar en donde lo iban a decapitar. Cumplida su venganza, Eolan ya cuerdo, sintió una gran culpa por lo que había hecho así que quiso deshacerse de la espada, pero al ver que no lo podía hacer quiso cortarse el brazo, cogió un hacha que se encontraba por ahí cerca y asestó el golpe, pero el arma se rompió al chocar con la armadura indestructible. Al ver que nada podía hacer para deshacerse de la espada se dirigió a un acantilado y de ahí se lanzó al vacío. Antes de chocar con las afiladas rocas, la espada se desprendió de sus manos y, al chocar su cuerpo contra las rocas, murió instantáneamente. Se dice que la espada vaga aun por el mar buscando a algún portador para poseer. 


 Steve Del Corzo Cuba 

 2° ‘’B’’ de sec.